El lunes 8 de mayo se realizó de manera histórica un cine – foro sobre la proyección del documental «El diario de Agustín», de Ignacio Agüero y Fernando Villagrán.
El film retrata una investigación impulsada por estudiantes de periodismo de la Universidad de Chile sobre el rol ejercido por El Mercurio en los años de dictadura, dividida en seis aristas que abordan los antecedentes de este medio “antidemocrático y golpista”, según el sociólogo Manuel Garretón, la ayuda extranjera propiciada por EEUU y su constante operativo de desinformación.
“El Mercurio miente” afirmarían los estudiantes de la Universidad Católica en una toma impulsada a fines de los ’60, expresión que se vería corroborada en 1970, cuando Allende asumió con mayoría relativa la presidencia de Chile y el dueño del medio, Agustín Edwards, viajó a EEUU a solicitar al gobierno de Nixon financiamiento para evitar que el socialista finalmente llegara al poder. Desde entonces, y según archivos desclasificados de la CIA, el diario de Agustín recibiría 2 millones de dólares para realizar una campaña en contra de la Unidad Popular. El ex director de El Mercurio, Arturo Fontaine, explicaría que “temíamos que la llegada de Allende fuese una limitación a la democracia”, aunque “siempre respetó la libertad de prensa”.
Después del golpe, los montajes comunicacionales no se hicieron esperar. La presión internacional era tan fuerte que los asesores comunicaciones de Pinochet debieron falsear la desaparición de los 119 como una ejecución entre “los propios camaradas”. Lo mismo sucedió con el caso de Marta Ugarte, dirigente del PC cuya desaparición fue hecha pasar como crimen pasional, convirtiéndose El Mercurio “en un medio del cual se valió la dictadura para llevar a cabo sus actos ilegítimos”, según el juez a cargo de este caso.
Pese a que la Vicaría de la Solidaridad enviaba con regularidad el boletín Solidaridad, en donde se exhibían las violaciones a los DDHH, Agustín Edwards excusó su actuar diciendo que era “difícil la investigación pues no teníamos información seria para verificar los rumores que circulaban”. No obstante, cuando ya terminaba el régimen, 2 supuestos «violentistas del Parque O’Higgins», durante la visita del Papa Juan Pablo II, denunciaron a Edwards por calumnias e injurias, lo que significó su detención y evidenció el vínculo directo entre la CNI y El Mercurio.
A partir de la proyección del documental, Agüero y Villagrán, acompañados de la Presidenta del Colegio de Periodistas, Javiera Olivares, discutieron en torno a este tema con la moderación del Director Ejecutivo del Museo, Francisco Estévez, quien afirmó que la exhibición del documental «es un acto reparatorio». Con estas palabras el Director hizo una directa referencia a la decisión de el Museo, el año 2013, de suspender un foro – panel sobre este mismo tema. Esta medida fue interpretada entonces por los medios de comunicación como un respaldo a TVN, que habiendo comprado los derechos del documental de Agüero y Villagrán había dilatado por meses su exhibición en la señal abierta.
Por su parte, Olivares afirmó sentir vergüenza por el rol ejercido por El Mercurio “de una manera tan burda y cruel”. Sin embargo, esa misma tosquedad permitió que la imagen y el testimonio demostraran fuerza por sí mismos, razón por la cual el film “no tiene voz narradora”, explicó Agüero.
Una de las conclusiones del foro fue proponer la exhibición del documental en horario prime por televisión nacional. “Debemos exigir desde todos los lugares (la proyección del film) y romper con la costumbre de lo anormal”, señaló Agüero, “y menos en gobiernos que se han llamar democráticos”, sobre todo considerando la pérdida del papel educativo por parte de los medios de comunicación, ya que como expresó Garretón: “El Mercurio no tiene un recambio generacional para renegar su actuar en dictadura. Su esencia es la del Chile autoritario y derechista”.
9 mayo, 2017